¿FUERZA INTERIOR, FE O VOLUNTAD?

Energía vital

Esas “ganas de vivir” que permiten que una persona enferma sobreviva en condiciones extremas con tal de cumplir su último deseo.

La energía vital del ser humano es algo más que células y vísceras en nuestro organismo. Es una energía que nos hace curarnos de enfermedades graves, que nos mantiene sanos, que nos permite alargar la vida en determinadas circunstancias; pero, ¿qué sabemos realmente de ella?, ¿puede la ciencia explicarla? Veamos qué es lo poco que sabemos de ella.

Los científicos han reconocido que en las comunidades judías hay un alargamiento de la vida durante la pascua o entre los no religiosos, cuando se acercan fechas importantes como un cumpleaños o una fiesta familiar.

Dr. Javier Martínez Dearreaza
Neurólogo-Psiquiatra.
Clínica San francisco, de Camas Luna Montoya 90 varas arriba. Tel. 2222494. Celular 877 1894.

FUENTE: EL NUEVO DIARIO.

El mismo efecto se ha notado en la comunidad china que vive en el exterior, durante la fiesta lunar china. Este efecto se nota sobre todo en las mujeres, ya que, durante siete días, las mayores de cada familia presiden la casa, preparan las celebraciones y reciben atenciones y agasajos de todo tipo.

Un estudio en la comunidad china de los Estados unidos demostró que en la semana precedente a la fiesta lunar la tasa de mortalidad desciende un 30% y que en la semana siguiente, sube otro tanto. Esta fluctuación correspondía sólo a las mujeres de más de 65 años; es decir, a las más importantes de la fiesta. ¿Es qué son capaces de postergar su propia muerte por una o dos semanas con el fin de asistir por última vez al rito anual?
Las responsables son las “ganas de vivir”, esa energía que permite que una persona enferma sobreviva en condiciones extremas con tal de cumplir su último deseo

Prolongar la vida
He sido testigo en nuestro país de una persona que prolongó su vida para cumplir su último deseo. Se trataba de un paciente de 45 años, al cual se le había diagnosticado cáncer pulmonar. Estando ya en fase terminal, los médicos no le daban más que días de vida, sin embargo él siempre afirmó que estaría vivo para ver la comunión de sus dos hijas menores; en efecto, él permaneció en condiciones aceptables hasta el día del evento, incluso participó alegremente en la fiesta, y dos días después falleció.

Acelerar la muerte
También he sido testigo en Italia de un paciente que aceleró su muerte. Era una mujer de 50 años, la cual, por experiencia de anteriores hospitalizaciones, odiaba permanecer recluida en un hospital por días. Era amante de las flores, de la luz, de amplios espacios. Después de su última hospitalización manifestó a sus hijos que para ella las hospitalizaciones eran el equivalente de estar prisionera, y que si la volvían a hospitalizar ella moriría. Resultó que para una navidad volvió a caer en una crisis psicótica severa, por lo que se hizo indispensable su hospitalización. Al momento de introducirla en la ambulancia, ella gritó que la estaban matando, que no volvería viva a su casa. Tres días después, la paciente sufrió un masivo infarto cardiaco y murió en el acto.

Energía vital, fuerza interior, fe, voluntad, llámese como se llame; durante siglos el ser humano ha buscado esa energía y en algunas culturas le han dado nombre: el Chi de los chinos, la energía Kundalini de la india, el aura budista, las Chakras.

En occidente, la búsqueda de la energía vital ha estado influenciada por las tradiciones y las supersticiones orientales y por ciertos conceptos paranormales. Pero ¿existe realmente tal energía vital?, ¿se puede medir?, ¿puede curar? Veamos qué nos dice la ciencia.

En realidad, es imposible explicarnos la vida sin recurrir al concepto de energía. Uno todos los días usa energía, genera e intercambia energía. Pero esa energía que usamos proviene de muchas fuentes energéticas y no de una sola.

Desde la antigüedad, los hombres pensaban que la energía de la vida era la única manifestación especial. Esta creencia continúa dominando hoy nuestra forma de referirnos a la “Energía Vital” de una persona
Uno es responsable de su enfermedad
Cuando una persona se enferma gravemente, empieza a tener conciencia de que debe hacer algo, que el primer responsable de su enfermedad es uno mismo, que debe encontrarle un sentido trascendental a su vida, una energía vital interior. Para muchas personas esa ayuda llega de la fe.

En un experimento que se realizó en 1995 en el hospital Darthmounth de Estados Unidos, se demostró una relación directa entre el grado de religiosidad de 232 pacientes de cirugía coronaria y sus posibilidades de curación. Los no creyentes presentaron una tasa de mortalidad tres veces superior a la de los creyentes.

Un reciente trabajo de investigación mostró que las personas que asisten regularmente a actos religiosos tienden a tener mayor equilibrio en su presión arterial y padecen menor riesgo de enfermedades coronarias.

En un estudio efectuado entre 4000 ancianos que asisten a funciones religiosas se encontró que sufren menos depresiones y están más sanos que los que no asisten. No hay duda, la fe puede ser una fuente de energía vital, pero ¿cómo es que puede ser ese tipo de fuente?
Existen varias explicaciones posibles para este fenómeno: a) Las personas religiosas tienen un sentido de moralidad más férreo y, en consecuencia, son más obedientes a las recomendaciones de sus médicos de que dejen de beber y fumar, y comiencen a comer sano y a hacer ejercicio. b) La práctica de las creencias religiosas ofrece a la persona mayor soporte social, ya que asiste a reuniones, funciones religiosas, organizan actividades, todo esto favorece las ganas de vivir. c) La oración actúa bajo los mismos fundamentos bioquímicos de la relajación. Afecta las hormonas del estrés y otras sustancias que reducen la presión sanguínea y equilibran el ritmo cardiaco y respiratorio.

Lo cierto es que la fe funciona como una energía vital de efectos a veces espectaculares
La energía vital interna:
Quienes creen en la existencia de una energía vital interna piensan que la mejor manera de potenciarla es con la meditación.

¿Qué pasa cuando meditamos, rezamos o practicamos un ejercicio de relajación? En esencia, consiste en “desenchufar” momentáneamente los mecanismos de alerta del organismo que son vitales, pero que sobreexcitados conducen al estrés. A mayor cantidad de estrés más daño a nuestro sistema inmunológico y, en consecuencia, más enfermedades.

La energía vital Chi de las culturas orientales:
Una de las supuestas formas de energía vital mas estudiadas es el Chi de las culturas orientales, que, según la medicina tradicional china, fluye rítmicamente por nuestro cuerpo a través de unas líneas invisibles llamadas meridianos. La acupuntura, supuestamente, modificaría esta corriente energética con beneficios considerables para la salud.

Desde el punto de vista científico, no existen evidencias objetivas que revelen cuál es la naturaleza biológica de dicha energía. En un trabajo publicado en Estados Unidos, se demostró que cualquier punto del cuerpo humano incluido en uno de los meridianos es mejor conductor de energía que uno periférico.

Este trabajo pareció demostrar la presencia de ciertos canales energéticos en nuestro organismo, pero seguía sin explicar por qué la acupuntura funciona.

Muchas investigaciones han coincidido en que la punción cutánea con una aguja estimula suavemente algunas vías nerviosas. Dicha estimulación interrumpe la trasmisión de ciertos mensajes de dolor hacia el nervio, lo que produce una sensación de alivio. Otro detalle comprobado es que la acupuntura favorece la segregación de sustancias como las encefalinas y las endorfinas, dos analgésicos naturales.

Todo eso ha llevado a la Organización Mundial de la Salud a reconocer la eficacia de la acupuntura como tratamiento para más de 40 enfermedades, sin necesidad de defender la existencia de una energía que fluye rítmicamente por nuestro cuerpo.

Según la medicina tradicional china, una de las formas de potenciar el Chi de un individuo es el Tai Chi, que no es más que una tabla de ejercicios rítmicos parecidos a los del Kung Fu. Los médicos creen que el Tai Chi es como cualquier otra gimnasia. Presenta obvios beneficios para la salud por dos razones: primero porque el ejercicio regula mejor el estado anímico y favorece el bienestar psíquico; segundo porque la relajación y la meditación tienen evidentes efectos sobre nuestro cuerpo. Se ha demostrado que cuando uno fuerza la mente a relajarse, la presión sanguínea disminuye y el ritmo cardiaco y respiratorio se regula
La risa, otra fuente de energía vital:
Una de las fuentes más activas de energía vital es el buen humor, en particular su manifestación más evidente: la risa.

Cuando te carcajeas pones en funcionamiento algunos mecanismos del placer como la secreción de dopamina, serotonina y noradrenalina.

Se ha demostrado que la risa estimula la circulación sanguínea, la respiración y la oxigenación del cuerpo.

Las personas que más se ríen generan mayor cantidad de sustancias impulsoras de nuestra respuesta inmunológica como las inmunoglobulinas A.

Los niños aprenden más y a mayor velocidad si se les educa en un ambiente distendido que favorezca la risa y la comunicación.

Fuentes de energía vital muy dudosas:
En el mercado nos ofrecen cantidad de energías vitales que supuestamente nos darán o nos devolverán la salud, tal es el método Hammer para la cura del cáncer, la curación por el tacto o el método Reiki, que sana a través de supuestas “energías” canalizadas por un curandero.

Hay conceptos de energía vital contaminados con terminología tecnológica, éste es el caso del biofeedback, una terapia en la que supuestamente se utiliza la información que suministra nuestro organismo en forma de energía. Las manifestaciones más radicales de esta práctica emplean máquinas preparadas para captar la temperatura de la piel, mientras el terapeuta ayuda a equilibrar los desajustes energéticos internos. En realidad, el tratamiento funciona gracias a la respuesta de relajación y sugestión del paciente.

¿Dónde está pues nuestra energía vital?, ¿es una o son muchas energías vitales?, ¿se encuentra dentro de nosotros o proviene del exterior?, ¿funciona como un placebo o tiene fundamento real? La mayoría de las atribuciones al poder de la fuerza vital no son más que argumentos de sentido común. Es evidente que nuestro sistema inmunológico se ve favorecido por la dieta, la relajación y el ejercicio. Pero también es evidente que la fuerza del pensamiento para lograr sus deseos es muy grande y que incluso puede determinar el funcionamiento del cuerpo, provocar o prolongar la muerte
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